viernes, 4 de marzo de 2011

Sindrome de Alienación Parental

Al realizar la investigación sobre el síndrome del emperador, encontré otro síndrome conocido como de alienación parental que me pareció interesante, por lo que también he investigado sobre éste de forma voluntaria.

Se denomina Síndrome de Alienación Parental (SAP), al conjunto de síntomas que resultan del proceso por el cual un progenitor, mediante distintas estrategias dañinas y poco humanas, transforma la conciencia de sus hijos con objeto de impedir, obstaculizar o destruir sus vínculos con el otro progenitor, hasta hacerla contradictoria con lo que se esperaría de su condición.

Habitualmente es un fenómeno desencadenado por uno de los progenitores respecto al otro.

Señalan que el SAP suele darse fundamentalmente en niños preadolescentes, de entre 9 y 12 años, aunque puede ser probable su aparición en otras edades e indistintamente en hijos e hijas. También, una de cada cuatro hijos, cuyos padres se encuentran en proceso de divorcio contencioso por su custodia, lo padece.

Señalan además otra serie de circunstancias influyentes en el desarrollo del síndrome, como la vulnerabilidad psicológica del niño o los conflictos entre ambos padres. “ Con frecuencia, suele ocurrir que el niño no sólo llegue a rechazar a su padre, sino también a toda la familia y al entorno de éste”, aclara la psicóloga Rosario Cortés.

Los niños que sufren este maltrato quedan totalmente indefensos e incapacitados para ayudarse a sí mismos. Sólo pueden esperar que los adultos lleguen a resolver el problema para liberarse de esta pesadilla. Si el problema entre los adultos no se resuelve, el niño queda abandonado y crece con pensamientos disfuncionales. No es únicamente cuestión de que el niño pueda no llegar jamás a establecer relaciones positivas con el padre/madre alejado, sino que sus propios procesos de razonamiento han sido interrumpidos, coaccionados y dirigidos hacia patrones patológicos.

Los menores que sufren esto, relacionan sus frustraciones con los pensamientos o recuerdos asociados al progenitor alienado, y por tanto desarrollan conforme van creciendo, una tendencia a proyectar toda su negatividad psicológica sobre la imagen que tienen de tal progenitor, lo que termina por destruir tal imagen y a la larga la relación. Para ello, el progenitor alienante, saca a colación la persona del alienado, sólo en los momentos en que el menor sufre alguna frustración; lo hacen sistemáticamente, es decir, en todas las ocasiones posibles antes explicadas, al tiempo que omiten toda referencia a la misma persona, sistemáticamente en todos los momentos en que el niño esté de buen ánimo.

Esta polarización de frustraciones que asocia toda la negatividad mental del menor con su progenitor alienado o su imagen, es dirigida por manipulación consciente del alienante, sirviéndose de su prevalencia sobre el niño/niña. Este no podrá comprender esta circunstancia, ni llegará a racionalizarla para superarlo o no actuar bajo su influjo, ni llegará a ver clara su trascendencia biográfica, aunque se le explicase y demostrase con hechos, datos, y con razonamientos objetivos y lógicos, incluso por terceras personas imparciales, hasta una edad adulta muy avanzada.

Se ha aceptado ampliamente que los patrones de maltrato o abuso físico no podrán ser desarraigados hasta que el sujeto no realice una elección consciente. Así encontramos que los patrones de abuso emocional y psicológico serán transmitidos también de una generación a otra.
Gardner distingue tres grados de SAP: leve, moderado y agudo, aconsejando diversas formas de actuación para cada uno de ellos y destacando la importancia de distinguir en qué caso se está actuando.

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